11 Mar JIRO TANIGUCHI: REY DEL MANGA GASTRONÓMICO
Por Alex Acevedo
Goro Inokashira camina por un céntrico barrio de Tokio y ve la mansión de un cliente antiguo. Goro admira la envidiable ubicación del caserón que mira al río que atraviesa un parque. Es domingo y todos los paseantes visten excelentemente. Entonces ocurre lo que en cada capítulo de “Kodoku no Gurume” (El Gourmet Solitario)… Esta ocasión el menú está compuesto de curry-don y oden: caldo con huevo, frituras y verduras.
El ritmo de El Gourmet Solitario es pendular, la narración, minimalista. Y a pesar de carecer de elementos fantásticos, nos sumergimos en una travesía hipnótica y llena de imaginación realista mientras seguimos a Goro “el glotón solitario”.
Si Goro acaba de visitar a un cliente al que le vendió un lote de espectaculares copas venecianas; si busca un almacén para guardar los productos importados que vende de barrio en barrio; si se asusta con una parvada de milanos negros que chocan en las ventanas… Eso es -sin duda- interesante. Pero lo mejor de El Gourmet Solitario y su secuela Paseos de un Gourmet Solitario son las andanzas de Goro por los barrios japonenses (Shinjuku, Kita, Suginami…) y, sobre todo, los menús que Jiro Taniguchi dibuja con minuciosa amabilidad. El Iguanori es plato de algas guisadas con soya y vale 150 yenes. Plato en el sushi giratorio: 130 yenes. Hamburguesa Oyama con papas: 550 yenes…
En sus mangas, Jiro Taniguchi abordó un sin fin de géneros: el apunte biográfico, el thriller, el misterio fantástico… Pero su incursión en temas gastronómicos le allegó una legión de admiradores entre los que -por supuesto- nos encontramos nosotros.
PUESTOS CALLEJEROS Y RESTAURANTES LUJOSOS
En El Gourmet Solitario y su secuela, Jiro cuenta con un socio, el escritor Masayuki Kusumi que logra que la narración fluya armoniosamente a lo largo de más de 500 páginas. He aquí algunas de esas historias.
Goro entra a un comedor de los bajos fondos. Está un poco aturdido por el lenguaje directo y las insinuaciones sexuales, pero nada impide que el protagonista disfrute las exquisiteces que se venden en este comedor popular.
Un caluroso día de verano (esta es otra pequeña gran historia culinaria), Goro acude al estadio Meiji-Jingu de Tokio. En medio del partido de béisbol es atacado por el hambre. La comida caliente (unas salchichas al curry: 650 yenes) lo ponen a sudar copiosamente y como otros espectadores se quita la camisa para exprimirla.
“Tás cachas” (“mamado” en español de México) le dice a Goro un regordete compañero de gradas… “¿Qué?”; “¿Qué si eres deportista?”; “¿Qué?”, Goro le responde mientras las mujeres que se encuentran en el estadio admiran su fortaleza física que eventualmente lo salvará de un traumatismo mayor cuando Goro vaya a parar al Hospital de Tokio tras caerse de espaldas en el almacén donde atesora sus importaciones.
Como Jiro Taniguchi, Goro es reservado; de pocas palabras, pero disfruta tanto de todos los sabores que, haciendo a un lado sus prejuicios culinarios (¿quién no los tiene?), entra a un restaurante orgánico administrado por ex-hippies japoneses y se atiborra cual universitario hambriento universitario de nabos adobados y setas shiitake que acompaña con una orden de arroz integral.
ENTRAMADO GOURMET
En medio de la infinidad de líneas que describen hasta el menor de los objetos del entorno, Goro emite exclamaciones tan contagiosas y naturales que a nosotros -lectores- también se nos abre el apetito: “¡Ummm!”, “Ñam ñam”, “¡Uauuuh!”… Cada menú se vuelve visualmente insuperable en las mágicas manos de Jiro Taniguchi.
Sostener el interés del lector que junto a Goro vaga por alrededor de 40 barrios japonenses -ya lo decíamos- no es tarea fácil. Con creces tanto Jiro Taniguchi como el escritor Masayuki Kusumi lo logran.
“No sé por qué he tenido tanto éxito fuera de Japón”, reflexionaba Jiro hace un par de años durante una entrevista con un reportero de la AFP. “Quizá es porque mi trabajo se acerca a los cómics occidentales que he seguido durante más de 30 años y los cuales se han adherido a mi inconsciente”
Nosotros estábamos intentando entrevistarlo cuando nos enteramos que el 11 de febrero (2017) Jiro Taniguchi había fallecido a la edad de 69 años. La buena noticia es que Jiro murió rodeado de un éxito rotundo. Entre homenajes y premios.
En 2015, el Festival de Cómic de Angouleme (Francia) le había dedicado una enorme retrospectiva, una de las más grandes que se mostraban en Europa sobre un artista del cómic.
Tras su muerte, Casterman (su casa editora en Francia) lanzó un comunicado: “el humanismo que marcó su trabajo resultará muy familiar a sus lectores; pero el hombre en sí (Jiro) no era tan conocido. Él quería que su trabajo hablara por él”.
En España, Astiberri tradujo al español El Gourmet Solitario y su secuela Paseos de un Gourmet Solitario conformadas por cientos de viñetas que admiten mil re-visitaciones. ¡El mejor homenaje que le podemos hacer a Jiro es acercarnos de nuevo a estos trabajos!
Estimados lectores: Jiro Taniguchi ha muerto… ¡Viva El Rey del Manga Gastronómico!
La buena noticia es que Jiro murió rodeado de un éxito rotundo. Entre homenajes y premios. En 2015, el Festival de Cómic de Angouleme (Francia) le había dedicado una enorme retrospectiva, una de las más grandes que se mostraban en Europa sobre un artista del cómic.
Tras su muerte, Casterman (su casa editora en Francia) lanzó un comunicado: “el humanismo que marcó su trabajo resultará muy familiar a sus lectores; pero el hombre en sí (Jiro) no era tan conocido. Él quería que su trabajo hablara por él”.
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