16 Oct SIR STIRLING MOSS: LEYENDA SOBRE RUEDAS
Raúl Mondragón von Bertrab
“Si la intención de Dios era que caminásemos, ¿porqué nos dio pies que embonan con los pedales del coche?”
– Sir Stirling Moss
En las tribunas, el sol de verano californiano aturdía más que el tono de voz del locutor, quien anunciaba el paso inminente de Sir Stirling Moss, OBE -Order of the British Empire-, la leyenda del automovilismo inglés, a pesar de no haber ganado nunca un campeonato mundial, quien a sus 80 años, en 2009, apretaba los dientes en cada una de las curvas de Laguna Seca, la pista de 2.238 millas patrocinada por Mazda, en ese entonces y por 17 años más, en el condado de Monterey, California.
“Esto pasa cuando aficionados a las carreras dirigen una empresa”, rezaba una leyenda con la tipografía de Mazda sobre un arco en el camino al centro del circuito, un festival de memorabilia y parafernalia sobre íconos como Moss, Porsche y Rolex, la marca estrella y el sponsor designado de las Carreras de Automóviles Históricos de Monterey. La de 2009 fue la trigésima sexta edición y coincidió justo con mi trigésimo quinto cumpleaños, ergo el autorregalo.
Moss, quien un año después estrelló ahí mismo una rareza de Porsche RS 61 Spyder que compró en Amelia Island en $1.7 millones de dólares y que en 2015 se vendió en Goodwood por £1,905,500, corrió en un Lotus 18 y un Lola Mk1 1960, para deleite de aficionados y curiosos novatos, como el suscrito. El espíritu de las carreras de autos pasadas se hace presente desde las inmediaciones de la pista, famosa por su legendaria curva conocida como “Corkscrew” (sacacorchos), donde es lo usual coincidir a pie de semáforo con un Lotus Elise o un Bugatti Veyron café a dos tonos con tan interior.
Conocida ahora como la Reunion Rolex Monterey de Automotores, la serie de carreras reúne toda la historia del automovilismo en una sola e icónica sede. Es el evento estelar de la Semana de Autos Clásicos de Monterey y el único donde esas máquinas invaluables realmente corren.
Los autos son invitados con base en su autencidad, origen, pedigrí de carreras y exactitud de época. Mientras que Porsche, tanto en sentimiento como en espectáculo, reinó indiscutido ese 2009, una plétora de otras manufacturas engalanaron el escenario de este affaire operístico, interpretado en el borde de un antiguo lago que se secó, de ahí, Laguna Seca.
Ese mismo año y en homenaje a Sir Stirling Moss, la alemana Mercedes Benz y la británica McLaren diseñaron y fabricaron tan solo 75 unidades de $1 millón de dólares, del Mercedes Benz SLR McLaren Stirling Moss, con la participación en el diseño del legendario piloto, quien en los 1950s conquistara la gloria al volante de un 300 SLR, a la sombra de quien quizá sea el más grande de todos los tiempos, Juan Manuel Fangio, salvo en su momento más celebrado, en la Mille Miglia de 1955, donde hizo morder el polvo al argentino durante 32 minutos, para lograr el tiempo récord de 10 horas, 7 minutos y 48 segundos.
Tras una rápida chicane de izquierda a derecha, bólido y piloto caen casi cinco pisos en unos 120 metros muy cortos de asfalto y se clavan en la rapidísima curva 9. La vuelta 8 de Laguna Seca, la famosa sacacorchos, tiene un gradiente de hasta 16%. Quizá esto explique la fascinación eterna por las carreras de coches: la pista, como la vida, con rectas, chicanes, sacacorchos.
Citando a Amado Nervo: Nunca en la vida encontrarás vía libre. El obstáculo, en todas sus formas, en todas sus magnitudes, ha de salirte al paso.
Como el mecánico que hace girar entre sus manos el volante, sin cesar, tus dedos nerviosos han de mover la rueda con movimientos suaves o bruscos. Mas, en cambio, tu vista irá ganando en perspicacia, tu pulso en firmeza.
[,,,] La vía libre, la carretera amplia y luciente que brilla al sol, defraudaría ya tu amor a la lucha y tu jubiloso deseo de probar la eficacia de tus músculos y de tu mirada avizora.
Hay un placer activo y viril en sortear la piedra, el hoyo, la bestia, el hombre, que nos cortan el paso…
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