10 Jun TORA: EXPERIENCIA OMAKASE PARA VIVIR EN COMUNIÓN
Texto y fotos: Diego Arvizu
Existen lugares especiales en la vida de cada individuo, lugares que traen buenos recuerdos, paz, tranquilidad, espacios que inspiran, que te invitan a soñar y a vivir. Madrid es uno de ellos, al menos para mí, que están llenos de magia y de mil y un sitios por descubrir. Desde museos o exposiciones culturales de cualquier índole y para todos los gustos, hasta palacios gastronómicos, algunos baratos otros justificadamente caros, de los malos y caros no vamos a hablar y dejaremos que ellos hablen por sí mismos o mejor no.
Caminando una tarde por la calle de Padilla en el corazón del barrio de Salamanca, muy de moda entre latinoamericanos que buscan un refugio entre sus calles, edificios y comercios, me topé con Tora un restaurante japonés que tenía muy buena pinta. Decidí regresar por la noche para cenar, pero claro que muy a mi estilo llegué sin reserva, que hoy en día es mas indispensable que nunca en Madrid y sobre todo en ese barrio.
Para mi sorpresa, después del esperado “¿tiene reserva?, es que estamos llenos” me sorprendió el maître al decirme que iba a llamar a unos comensales que iban tarde y para mi suerte cancelaron su espacio en la barra, mismo que tomé ipso facto. Tal cual dicta el protocolo, me presentaron el menú, preguntaron por alergias y me ofrecieron algo de beber, elegí una botella de sake y me dispuse a leer el menú. No había acabado de leer la primera página cuando cerré el menú y mejor le dije al sushi master que estaba frente a mi que me fuera sirviendo lo que se le ocurriera o lo que le inspirara más hasta que le dijera que estaba satisfecho. Me hice mi propio Omakase, sin saber que hay uno que atiende personalmente el chef propietario, José Osuna, al que no conocí pero que merece mi felicitación por la experiencia tan extraordinaria que tuve.
Así empecé mi viaje culinario de la mano del chef que al principio debe de haber pensado que se había sentado un loco, hambriento, frente a él. Conforme pasó la noche se fue inspirando y cada platillo que preparaba lo hacía como si fuera una obra de arte que debía ser eterna y no tan efímera que en un mordisco se acabara. Mientras preparaba cada platillo estaba, sin duda, pensando en el siguiente bocado para que cada uno fuera una explosión de sabor en perfecta armonía con el previo y que sirviera como preámbulo al siguiente.
En un abrir y cerrar de ojos ya iba a la mitad de la noche, a la mitad de mi menú que acabaría siendo de 18 tiempos y empezaba con la segunda botella de sake. Todo esto mientras tomaba nota en mi pequeña y discreta libreta color naranja (cual señal de tránsito) de todo lo que iba pasando frente a mí. Así me di cuenta de que en verdad disfruto estar conmigo mismo, que este tipo de comidas son para disfrutarse sólo.
Cada bocado merece la atención absoluta de quien se lo come para poder verdaderamente descubrir cada sabor y cómo al mezclarse provocan una explosión dentro de la boca que hace que las papilas gustativas, y varias neuronas, enloquezcan de gusto. Sin menospreciar la compañía de nadie en este caso se requería de una atención absoluta que habría sido imposible tener al estar acompañado. Estos momentos se convierten en sagrados y en una comunión absoluta entre el placer de comer y el gusto por disfrutarse uno mismo.
Elegante, sofisticado y sorprendente, Tora (tigre en japonés) cuenta con una cocina japonesa cuidada hasta el último detalle, fusionada con ingredientes tradicionales de la cocina española y recetas puramente niponas.
DÓNDE: C. de Padilla, 5, 28006 Madrid, España
URL: toraexperience.com
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