05 Oct JOSIANE: TRAS LAS HUELLAS DEL PEZ
Por Viko Rodríguez
Ella observa la muerte de una especie con particular ternura; ofrece su luto y total respeto, pues de su cuerpo obtiene lo que sería su última sombra, el último paso, la imagen final que servirá de recuerdo de un individuo entre el cardumen.
El arte de Josiane embellece aquello que sabemos perfectamente: la muerte es algo seguro, que estamos de paso, pero somos bellos, ante todo.
Camina silenciosa por el pasillo central del Mercado Negro de Ensenada, Baja California. Su mirada, atenta a las escamas. Jurel, dorado, cabrilla. Es cierto que han perdido ese fulgor en la mirada, al final, esperan su último paso: del fogón y el mordisco. Pero Josiane tiene otro plan en mente. Busca algo en el individuo, acaso la sombra del alma del sacrificado. Aquellos especímenes que la artista elija tendrán una última despedida: una llena de color, de recuerdo, de memoria.
Josiane Almeraya Bretón es una artista nacida en la Ciudad de México. Su trayectoria inició lejos del mundo animal, más bien en el mundo de la luz. Sus primeros pasos en el arte fue como fotógrafo, sin embargo, no fue hasta que conoció la técnica gyotaku que la tinta entró irremediablemente a sus sistema.
De origen nipón, la técnica nacida a mediados de 1800, era utilizada por los pescadores que buscaban crear atractivas impresiones de los peces que estaban a la venta. Era su manera de publicitar la pesca del día, también de ofrecer peces raros o especímenes grandes que podrían llamar la atención de los compradores. La etimología de la técnica es bella: gyo de “pez” y taku de “frotar”.
Básicamente, la técnica depende de elegir un espécimen, al que se llenará de tinta en todo el cuerpo. Una vez completada la maniobra, se pondrá una sábana de papel arroz sobre el cuerpo inerte, misma que se convertirá en el positivo con la figura completa del animal. Algunos artistas de la vieja guardia concluyen con esta imagen en positivo, más no Josiene, quien se permite tomar sus pinturas y regresar el color a la especie. Literal, como aquel bello acto de un maquillista de difuntos que regresa un poco de color a nuestrosausentes para el último despido; lo mismo, pero para las especies.
TINTA MORTUORIA DEL RECUERDO
En su etapa experimental , Josiane utilizó tinta sumi, la conocida tinta usada en las prácticas de caligrafía, como insumo de su trabajo. Si bien los resultados, poco a poco, iban mostrándole una nueva faceta hasta el momento desconocida, pronto encontró en los calamares una mejor respuesta a través de su tintura. Encontró en los cefalópodos la viscosidad, textura, presentación y mejor aún, una narrativa clara para hablar de su pasión por las especies marinas y el arte. Además, el uso de tinta de calamar permitía a la artista liberar a la especie a que volviera al sartén. Lo que más importada, sin duda, era que toda especie tuviera un cierre digno.
“Ciertos animales, como peces y anfibios, suelen ser incomprendidos. Lo que hago, con esta técnica, siento que les dota de cierta individualidad”, afirma Josiane, en entrevista exclusiva.
Ella, solemne, pide permiso al animal. Está conectada en otra forma, a otro nivel. Con la pintura ha logrado recuperar cierta alma, cierta esencia. Algunos como el dorado, una pez codiciado en la pesca deportiva, ha servido de modelo para sus obras. En vida, la especie presume amarillos y verdes que a las horas de salir del mar, se pierden. A sabiendas de esta inevitable pérdida de color, la artista toma pincel en mano y, después de recuperar su figura, comienza un lento rejuvenecimiento con el dote artísticos que la distingue. Otras especies, como la langosta espinosa, han resultado todo un reto para la creadora. Pero como si la carrera de obstáculos fuera un motivante, ha logrado que sus manos se fundan con las especies, con la sábana de arroz y mismísima tinta hasta lograr obtener la mejor versión de la especie.
Por si fuera poco, sabe perfectamente que sus creaciones sirven de puente al espectador con ciertas especies que de pronto pueden resultar lejanas. La educación ambiental que habla por sus lienzos, nos habla no solamente de la necesidad de entender a las especies más allá de un producto de consumo, sino como un extensión más de la vida misma.
OBSESIONADOS CON LA FAUNA
Justamente una langosta le llevó hasta Ensenada, Baja California. Vueltas de la vida, coincidencias de la creación: en junio de 2024 comenzó su colaboración con el Centro de Residencias e Investigación Artísticas (CRIA) del reconocido artista Héctor Herrera, ubicado en el Valle de Guadalupe. La estancia fue sumamente productiva, en lo personal y en lo laboral. Reconoce que aprendió a resolver problemas, la disciplina que hace falta para salir avante a todo artista que busque triunfar en el caótico sistema. La colaboración con un artista de la talla de Herrera generó una sinergía particular, algo nuevo que la llevó a nuevos niveles de creación.
De lo que se produjo durante su residencia en el CRIA, todo se vendió a pocos días de su exhibición. Su paso por Ensenada dejó una marca, una huella indeleble.
Ahora, el volcán de Colima parece llamarle. Allí, un experto en reptiles la invita a experimentar el gyotaku con estos especímenes. Vendrán nuevos retos, nuevas aventuras, nuevas tintas y nuevos funerales faunísticos, pero por ahí anda la huella, y ahí seguirá Josiane haciendo de la muerte, un tributo a la vida.
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