
13 Ene TREN TRANSIBERIANO: LA EXPERIENCIA SUSPENDIDA POR LA GUERRA
Por Carlos Rommer
Atravesar Rusia, Siberia, Mongolia y China en el mismo viaje suena un tanto ambicioso. Y sí, así lo era con el tren Transiberiano, que a diario cruzaba montañas, estepas, lagos y desiertos desde 1891, para unir al continente europeo con el asiático.
Con nueve mil 300 kilómetros, esta era una de las rutas más legendarias de la historia. De Moscú a Beijing o viceversa, recorría lugares como los Montes Urales, Ekaterimburgo, Irkutsk, el Lago Baikal, Ulan Bator, el desierto de Gobi y la Muralla China.
El recorrido sin escalas se hacía en ocho días; la ruta turística se podía realizar en aproximadamente 20 días visitando los sitios de mayor interés. Incluso con otras tres rutas alternas que iban a estos destinos:
- Transiberiana. A bordo del tren Rossiya comenzaba en Moscú; cruzaba todo el territorio norte ruso, Siberia y llegaba hasta Vladivostok, puerto en el extremo oriental del país.
- Transmongólica. Desde Moscú hasta Beijing pasando por Ulan Bator, capital de Mongolia.
- Transmanchuria. De Moscú a Beijing sin cruzar Mongolia.
¡TODOS A BORDO!
Andando sobre las vías del tren, observando hermosos paisajes, el primer destino a conocer era Irkutsk, con algunos atractivos sobre la vida urbana siberiana. Después se tenía que hacer un pequeño road trip hasta el Lago Baikal, que contiene 20 por ciento de agua dulce en el mundo (el más profundo en su especie). Lleno de leyendas y excepcionales vistas, es uno de los iconos de la lejana Siberia que hay que explorar algún día, así como la visita al Museo Natural y al Museo de Madera al aire libre.
Posteriormente la escala era Mongolia, un país sorprendente con una naturaleza increíble y una cultura fascinante que se conserva genuinamente. Casi el 65 por ciento de la población continúa siendo nómada; según la temporada, se trasladan entre las estepas y el desierto de Gobi.
Bajo el reinado de Gengis Kahn, los mongoles conquistaron enormes territorios. Gran parte de su éxito se debió a que inventaron los estribos para los caballos, creación sencilla y genial con la que tuvieron una gran ventaja al poder montar rápidamente durante sus enfrentamientos bélicos. En el Museo Nacional de Etnografía se exhiben las costumbres que prevalecen hoy día. En la frontera sur de Mongolia se hacía una parada un tanto sui generis. China no sólo levantó la gran muralla, sino que también construyó vías férreas de diferentes dimensiones al resto del continente para evitar invasiones, por lo que antes de entrar en territorio chino, levantaban cada vagón individualmente y cambiaban todas las ruedas.
La última parada en el itinerario era Beijing, una ciudad asombrosa con una gran modernidad, altos edificios, tecnología de punta, emporios comerciales y, al mismo tiempo, sin perder la tradición milenaria china, empapada de un socialismo moderno, aún existen los barrios antiguos, los hermosos templos y las construcciones ancestrales.
Entre los sitios sobresalientes se encuentran la Ciudad Prohibida, el Palacio de Verano, el Templo del Cielo, la Plaza de Tian Anmen y el Templo Tibetano.
Todo el trayecto en tren desde Moscú hasta Beijing había interacción con diferentes culturas y nacionalidades. La gastronomía, los olores, la arquitectura y, en general, toda la sabiduría de estas tres grandes culturas son experiencias inigualables que ojalá algún día regrese a los catálogos turísticos.
LO BÁSICO
- La ruta principal fue inaugurada después de trece años de trabajo, el 21 de julio de 1904. Con una extensión de 9288 km,1 une Moscú con la costa rusa del océano Pacífico, más precisamente con Vladivostok (localizada en el mar del Japón, y cuyo significado en ruso es “poder sobre oriente”), atravesando la mayor parte de la que fue Asia Zarista.
- Su construcción empezó a finales del siglo XIX, cuando el zar Alejandro lll todavía estaba en el poder. El desarrollo de Siberia se vio dificultado por las malas comunicaciones de transporte dentro de la región, así como con el resto del país.
- Esta vía, que atraviesa ocho zonas horarias y cuyo recorrido demanda cerca de 8 días de viaje, constituye el servicio ferroviario continuo más largo del mundo, con excepción de la ruta que se hace dos veces al mes regularmente, y que sirve de conexión entre Moscú y Pionyang.
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