SPEAKEASY BAR LA HERMOSA ILEAGALIDAD

SPEAKEASY BAR LA HERMOSA ILEAGALIDAD

Los bares clandestinos eran los secretos peor guardados durante la época de la prohibición. Aquí te decimos por qué.

Por Federico de Jesús

Cuando la Prohibición entró en vigencia el 17 de enero de 1920, miles de salones que operaban legalmente en todo Estados Unidos comenzaron a bajar cortinas. Pero, aunque la ley fue reconocida por su mano dura en la lucha contra el alcohol, un gran número de estadounidenses querían seguir bebiendo. Entonces tenían que comprar alcohol médico en las farmacias o se surtían bajo el pretexto de afirmar que se trataba de un encargo clerical para consumo religioso. Aunque en la mayoría de los casos se compraba licor a vendedores ilegales, a contrabandistas.

Pero con el tiempo llegó el ingenio para crear otra opción. Fue la apertura de bares privados, ilegales, sin licencia, clandestinos, por lo que los visitantes tenían que conocer la «contraseña» para poder ingresar a dichos establecimientos sin que se enterara la policía.

Estos bares comenzaron a proliferar y pronto se incorporaron a la vida social de los estadounidenses. Las barras fueron bautizadas con el nombre de “blind pigs” en alusión a la policía, esto mientras los productores clandestinos de ginebra y bourbon comenzaron a multiplicarse debido a la demanda en el consumo.

Con el tiempo estos clubes underground se transformaron en elegantes espacios, muchos de ellos incluyeron espectáculos con bandas de jazz y pistas de baile, hasta incorporar servicio de hospedaje en sótanos. Incluso los propietarios de los bares que eran italoamericanos despertaron un interés generalizado en la comida italiana, además del consumo del vino.

La delincuencia organizada aprovechó la oportunidad de explotar este segmento y pronto comenzó a competir para atraer clientela mediante ofertas, haciendo alarde de estos sitios underground hasta convertirse en secretos mal guardados, lo que obligó a que los propietarios sobornaran a la policía con recompensas para que la ley se hiciera de la vista gorda.

Pero esto también afectó a los bares en diversos aspectos, específicamente en la calidad del alcohol, pues debido a la demanda muchos contrabandistas que suministraban estos espacios comenzaron a proveer a sus clientes de bebidas dañinas para la salud. Incluso comenzaron a vender alcohol industrial que contenía productos químicos, venenosos, como el ácido carbólico, que mató o mutiló a miles de bebedores.

A pesar de ello el consumo no paró, al contrario, los propietarios comenzaron a ocultar el sabor del whisky mal destilado y la ginebra contaminada mediante la preparación de tragos al combinar alcohol con ginger ale, Coca-Cola, azúcar, menta, limón, jugos de frutas y otros aromas, creando la bebida que hoy conocemos como «cóctel».

Pero como era de suponerse, el fin de la Era de la Prohibición tenía sus días contados. La prevalencia de los bares clandestinos, la brutal forma de operar de las bandas de delincuentes organizados, el desempleo y la necesidad de ingresos fiscales que siguieron al colapso del mercado en Wall Street en 1929, contribuyeron a la derogación de la Ley Volstead en 1933 y de esta forma extinguiendo los bares clandestinos; aunque al día de hoy persiste la fiebre por recrear estos espacios, actualmente llamados bares “speakeasy” que han marcado una tendencia, donde la exclusividad y el sentido de pertenencia atrae a los amantes de las espirituosas de todo el planeta.

VOYSEY: ELEGANCIA UNDERGROUND

Voysey es el típico speakeasy de la era moderna. Es un salón que se encuentra ubicado en la ciudad de Seattle, en un sótano, un espacio que ha sido intervenido con un diseño contemporáneo.

Abre dos veces por semana y otras veces es el spot de noches dedicadas a pop-ups, eventos para barman y unas más para fiestas privadas.

La barra está comandada por Jamie King, un cantinero, veterano, que aprendió a perfeccionar tragos en el Mourad de San Francisco, poseedor de una estrella Michelin; así como en el Velveteen Rabbit de Las Vegas.

Al Voysey también se ha sumado Katie Stipe, otra personalidad de la industria de la hospitalidad que ayudó a abrir el famoso Clover Club de Nueva York. Un poderoso dúo que ha diseñado un menú de bebidas clásicas y otras experimentales.

Pero la experiencia comienza desde antes de tomar asiento, cuando el visitante baja por unas escaleras iluminadas por luces rojas de neón hacia un exuberante y oscuro salón adornado con muebles de color burdeos, paredones decorados con piezas de arte vintage y un ambiente que, literal, nos hace hablar en voz baja, tal y como sucedía durante la Ley Volstead.

PARA SABER MÁS

El bar es llamado así en honor al famoso arquitecto y diseñador C. F. A. Voysey. Aunque el salón fue diseñado por Elk Collective, el mismo equipo detrás de la Whisky Multnomah Library.

DÓNDE

1124 SW Alder St, Portland, OR 97205, Estados Unidos

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