16 Nov KIM KEEVER: COLOR ETÉREO
Por Ruth Puente
Este artista de la lente es como un Jackson Pollock hidropónico. Solo que en lugar de utilizar un lienzo, sumerge pintura en una pecera de 200 litros.
Kim Keever es un artista reticente a compartir los secretos de su proceso, pero afirma que solamente tiene 20 minutos para inmortalizar su obra antes que los líquidos se difuminen, por ello, cuando los colores giran y hacen remolinos, Keever dispara miles de fotos, eligiendo una o dos imágenes captadas.
El proceso de cada performance fotográfico dura alrededor de cinco horas, pues hay que vaciar, limpiar y rellenar el tanque para comenzar de nuevo. “Sólo necesito aguantar ese momento efímero, y entonces, nada importa”, dice. “no hay falta de permanencia en los materiales, todo me resulta irrelevante una vez que la foto es capturada.”
Keever, aunque no lo dice, es un artista que ha incursionado en el expresionismo abstracto, sin duda es una nueva tendencia que lo ha alejado de sus días universitarios duros y complicados, cuando estudiaba ingeniería.
Durante los veranos, pasaba por la NASA, donde trabajaba en aplicar tecnología a la carcasa de cohetes y a las boquillas de chorro. Tenía los grados y la ética para prosperar en la agencia espacial, pero después de unas vacaciones y un retiro creativo, cambió en su regla de cálculo por un loft de bajo alquiler en el East Village de la ciudad de Nueva York.
Así comenzó Keever su carrera artística en 1970, rodeado por el glamour, las rarezas que se experimentaban en el estudio de Warhol, así como con el arte emergente del graffiti que había invadido el metro de la Gran Manzana y la música hip hop ejecutada por Grandmaster Flash.
Pasó casi dos décadas como pintor y grabador tradicional hasta que descubrió el estilo y el tema que se convertiría en su marca en 1991.
Después de que un amigo le dio un tanque de peces, Keever comenzó a producir elaborados cuadros compuestos de accesorios de trenecitos a escala -props de arquitectura-, que fueron sumergidos en el agua y meticulosamente iluminados para crear un paisaje hiperrealista. Keever utilizó la perspectiva forzada, los trucos de iluminación y las propiedades ópticas del agua para crear fotografías que parecían haber sido tomadas al aire libre.
Con el tiempo, su trabajo empezó a tomar un toque más minimalista, conceptual y expresionista al sumergir objetos de yeso en el tanque y rastrear su descomposición con fotografías. Su último trabajo está despojado de todas las imágenes y se centra exclusivamente en la dispersión y la difusión de líquidos y la interacción de color y luz.
Keever emplea métodos poco ortodoxos, pero en términos de objetivos estéticos, está más cerca de los antiguos maestros que muchos o cualquier otra cosa expuesta en la Bienal de Whitney. “Siempre he buscado una cierta cantidad de belleza en mi arte”, dice Keever. “Una buena parte del arte moderno es la anti-belleza. Estoy insinuando
que la belleza ahora es provocativa en el arte contemporáneo, aunque siempre depende de cómo lo manejes “.
Mientras sus fotografías captan esta belleza, es lamentable que el proceso original no se pueda conservar, aunque esto no molesta a Keever, pues afirma: “Trato de no ser sentimental”, dice. “soy el destructor de la belleza”.
“Encontré mi propia voz utilizando el agua como medio para hacer mi arte”
Kim Keever
“Picasso ha influido en mi vida. Cuando vi el video de él, a finales de sus 60 años, trabajando con plexiglás transparente, me impresionó tanto la alegría en sus ojos que supe que así es como quería sentirme cuando llegara a esa edad… Y definitivamente siento eso”
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