EL PLATILLO PROHIBIDO: A ESCONDIDAS DE DIOS

EL PLATILLO PROHIBIDO: A ESCONDIDAS DE DIOS

Por redacción Watch it First

Hay un platillo mítico y brutal que está destinado a ser degustado con un pañuelo de lino sobre la cabeza del comensal, tanto para mantener los aromas como, quizás, para esconderse de la mirada de Dios, pero también de la justicia.

Conoce al escribano hortelano, un diminuto pájaro cantor que pasa el verano en Europa occidental y el invierno en África. Una especie vulnerable en territorio francés, donde es capturada para ser la pieza estelar de un rituel gastronomique muy particular, cruel, que atrae a poderosos, políticos y gourmands que desean disfrutar de una receta que se ejecuta desde el siglo XVII pero que ha sido prohibida en la Unión Europea desde el año 1999.

Los hortolanos son unos pequeños gorriones que son capturados en la zona francesa de Landa para ser aislados en jaulas oscuras -incluso cegados- y ser alimentados, sin descanso, con granos de mijo durante 28 días.

Una vez que las aves pequeñas han duplicado o más su tamaño, se sumergen vivas y marinan en brandy de Armagnac. Posteriormente se despluman y se asan en pocos minutos.

El ritual para degustarlo es muy singular, obscuro. Los comensales toman el ave por la cabeza, con el pañuelo de lino sobre la cabeza para así captar mejor las fragancias. Se colocan las patas del ave por delante y se come de un solo bocado.

Los defensores del platillo dicen que la textura de los pequeños huesos, la grasa caliente y las explosiones de sabores de los órganos lo convierten en un manjar sin igual, sobre todo cuando se marida con una copa de vino Burdeos o Borgoña

 

DEFENSORES DE UNA TRADICIÓN

  • Se dice que la tradición se originó con el famoso sibarita, abogado y escritor francés Jean Anthelme Brillat-Savarin, quien una vez dijo: «Dime lo que comes y te diré lo que eres».
  • El expresidente francés, François Mitterrand, supuestamente consumió no uno, sino dos hortelanos como parte de su última comida antes de morir.
  • Los chefs Alain Ducasse y Michel Guérard se encuentran en la labor de convencer al gobierno francés para que se les permita cocinar esta receta una semana al año. Afirman que las tradiciones deben ser respetadas.
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