EL VIAJE CREATIVO DE DANIELA KOVAČIĆ

EL VIAJE CREATIVO DE DANIELA KOVAČIĆ

Por Gabriela Gorab

Daniela Kovacic (1983) es una artista originaria de Magallanes, Chile, especializada en pintura figurativa. Actualmente, vive y trabaja en Chicago. Su obra explora temas relacionados con la identidad, frecuentemente a través de la representación de mujeres y niños. Kovacic ha recibido prestigiosos premios y distinciones como las Becas Fulbright y Becas Chile, el Robert Gambling Painting Award y reconocimientos de la New York Academy of Art. También fue finalista de The Bennett Prize 2019, lo que permitió que sus pinturas fueran exhibidas en diversas sedes de arte en Estados Unidos durante dos años, y recibió la distinción de Eben Demarest Award 2021.
Su trabajo ha sido expuesto y publicado a nivel internacional. Daniela cuenta con un Máster en Bellas Artes de la New York Academy of Art y un pregrado en Artes Visuales con mención en Pintura de la Universidad Finis Terrae, Chile.
La artista ve la evolución de su trabajo como algo orgánico, nunca forzado ni intentando tener un estilo específico. Para ella, es simplemente una manifestación de su ser en distintos momentos, y eventualmente, todo termina conectándose. Al inicio de su carrera, se obsesionó con la pintura de retratos gigantes, con una fijación que denominó “la rostrificación del cuerpo”. Todo lo que se podía decir de una persona estaba en el rostro, y nada más era necesario. A través de estos retratos, buscaba mostrarse a sí misma usando a otras personas como medio.

Posteriormente, hubo un cambio significativo que requirió una modificación de su técnica, pasando de ser muy expresiva a más contenida. Durante este período, decidió usar su propio rostro y pintó 10 autorretratos gigantes para su primera exposición individual. Esta serie fue una especie de expiación o arrebato, después de lo cual no sintió la necesidad imperativa de ocuparse a sí misma como sujeto directo. El siguiente cambio ocurrió cuando comenzó a agregar cuerpos a estos rostros, primero de manera simbólica en la serie “Latinoamérica querida” creada en Nueva York, y luego con cuerpos reales en la serie “Eterno retorno” ya de vuelta en su tierra natal. Con cada serie que realiza, siente que se va encontrando más a sí misma.
Más que inspiración, Daniela visualiza su impulso de “hacer” como una necesidad de sacar cosas hacia afuera. El elemento protagonista en sus obras es, por lo general, el sujeto, mientras que el objeto queda relegado a una función compositiva o como elemento auxiliar para la presentación o reafirmación de una narrativa. En la pintura de su hijo “Soy”, por ejemplo, solo se presenta el niño desnudo, mientras que la esponja amarilla se utiliza como un elemento compositivo que reafirma el contexto de estar en el baño.
El proceso creativo de Daniela comienza con emoción. La primera parte es como una promesa, donde cualquier cosa puede suceder. Generalmente, una imagen inconsciente la atrapa y luego trata de razonar sobre ella. Esta etapa es emocionante porque todas las posibilidades están abiertas. Sin embargo, el medio del proceso es la parte más difícil, donde todo está dicho pero aún no alcanza el punto justo. Finalmente, en la conclusión del proceso, alcanza un estado de aceptación y relativa paz con el resultado de la obra.
Los premios y becas han sido fundamentales en su desarrollo como pintora. Gracias a ellos, pudo estudiar por dos años en Nueva York y aprender de grandes artistas. El reconocimiento externo, especialmente de instituciones establecidas, proporciona un impulso moral. Estas reafirmaciones externas brindan un descanso en los momentos de duda.

Daniela busca capturar el «aire» que está entre las cosas y los cuerpos en sus pinturas. Este concepto de una “antimasa invisible” es crucial para que un cuadro adquiera vida independiente y no sea simplemente una copia de otra imagen.
Su primera exposición individual en la Galería Animal en Santiago fue un punto importante en su carrera, recibiendo mucha atención y abriéndole puertas. Ser finalista del Bennett Prize también fue un logro significativo, permitiendo que sus obras fueran expuestas en diversos museos y lugares durante dos años. Exhibir en el MEAM en Barcelona, donde uno de sus pintores más admirados, Antonio López, votó por su obra, también fue un momento destacado.

Aunque no sigue de cerca el destino de sus obras una vez que parten, sabe que están en colecciones privadas, como la Colección Arte al Límite y la colección de la Universidad Finis Terrae. Actualmente, está trabajando en dos proyectos paralelos: uno sobre el mundo invisible de la discapacidad y otro relacionado con su desilusión actual del ser humano.
Daniela no busca transmitir un mensaje definido, ya que no cree tener respuestas. Su trabajo responde a cosas que se quedan pegadas en su mente como dudas o nebulosas. Le gusta cuando el espectador se queda pensando y la imagen provoca un efecto rumiante, y más aún cuando ven algo que ella no vio.
Finalmente, aconseja a los artistas emergentes ser obstinados si creen en lo que están haciendo, no seguir tendencias y hacer el trabajo que necesitan, no el que los demás quieren.
La artista se representada en México por Hector Diaz Gallery ubicado en Guadalajara.

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