03 Abr SAN-TŌ HAND ROLL BAR: AMOR A CIEGAS
Por Pepe Treviño
Para mi hay dos cosas que generan emoción, dopamina pura: el amor y la comida. Y desde luego que para encontrarlos hay salir a buscarlos.
La semana pasada decidí salir a buscar cariño gastronómico y lo encontré en la gentrificada pero amada colonia Roma, en la CDMX.
Se trata de San-tō Hand Roll Bar, un restaurante japonés comandado por el sensei Hiroshi Kawahito, el chef de origen nipón que ha puesto en México a la escena gastronómica oriental de estilo californiano en otro nivel.
La experiencia comienza desde la entrada. La decoración es de tipo japonés, pero sexy, un spot obscuro como mi alma, como si se tratara de un set para una puesta en escena en cada platillo que allí es servido, logrando que mi memoria e imaginación cayera en la sugestión en cada bocado.
La configuración de este spot es básica, tradicional japonesa. Todos los comensales nos sentamos en una barra de madera cuadrada, alrededor los maestros iatamae -los cocineros – que preparan cada comanda a los ojos de todos.
Este lugar cumplió con las expectativas, fue como una cita romántica a ciegas, donde el equipo de cocineros del restaurante me recomendó el omakase (お任せ?), la expresión japonesa que significa “lo dejo en ti», o «lo dejo en tus manos», frase que es dicha por el cliente de un restaurante de sushi para indicarle al chef que prepare lo que él desee.
CITA DE AMOR A CIEGAS
Sí, soy fácil para dejarme consentir, esta vez, como cliente, no pude elegir ningún platillo gracias al oamakse, opción que me hizo aceptar y acabar con todo plato que llegó a mi mesa.
El viaje nipón comenzó con los Hiroshito Peppers (pimientos padrón) preparados con salsa ponzu de la casa y el clásico furikake (especias molidas de origen japonés). Una gran opción para abrir boca.
Posteriormente los maestros del hand roll me enviaron una tostada de atún chu-toro, con una base cremosa que tenía un toque de picor muy bien equilibrado, perfecta para ser maridada con la cerveza de la casa Tigre Santo, una refrescante lager japonesa, elaborada con arroz y un toque de sal marina, con un romántico toque a jazmín.
Ahhh, que delicia, la dopamina ya estaba haciendo su trabajo hasta que el maestro iatame me hizo llegar el maki Tzurai Hono, preparado con arroz, salmón fresco, pepino, aguacate, salsa spicy, tanuki y cebollín. Sin duda un platillo que parecía una analogía de juramento de adhesión.
El flirteo gastronómico acabó por convertirse en una promesa de amor con el sashimi otoro, el corte wagyu del atún, la parte más preciada de la ventresca del atún rojo, solo que este es sellado, frente a mis ojos, con un trozo de carbón binchotan, que ha sido utilizado durante más de cuatro siglos en la cocina tradicional japonesa.
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La hora de la despedida se encontraba cerca y no podía irme sin profundizar en los bocados más naturales posibles. Los maestros iatamae sabían que mi destino de esta tarde debía concluir con una degustación de nigiris y sashimis; fueron cuatro piezas que hicieron latir mi corazón como una bestia salvaje, formados en sabor ascendente.
El primero fue el nigri de seta enoki, bañado con una mantequilla vegana, suave como un beso. La oda continuó con el sashimi del corte de atún akami, una pieza que se fundió en sabor con el ume -la pequeña ciruela asiática- y un toque de limón.
Restaban los dos últimos galanteos; el clásico sashimi de hamachi, el legendario pescado que forma parte de la gastronomía japonesa desde hace siglos; así como el nigiri de salmón marinado con un toque de limón y yuzukosho, el condimento japonés hecho a base de pimiento chile, piel de yuzu y sal, que posteriormente se deja fermentar. Un dúo de crudos que me volaron la cabeza, como si se tratara de un amor imposible.
La tarde hedonista había concluido, no había lugar para postres, para la cursilería y preferí por quedarme con esos últimos sabores en mi mente para regresar y tratar de encontrar esa dosis de dopamina a través de un omakase, de una cita de amor a ciegas.
WATCH IT FIRST
- La carta de bebidas es amplia, pero lo más destacable y singular son las cervezas y whiskys japoneses. Desde luego que también el sake de origen japonés, así como el Nami Junmai, el primer sake hecho en México.
- Además del omakase (opcional), este spot cuenta con un menú diseñado llamado Set Menu Hand Roll, que va desde los cuatro hasta los siete tiempos. Así como opciones veganas (opcionales).
DÓNDE: Colima 161, Roma Nte., Cuauhtémoc, Ciudad de México. / IG: @santohandrollbar
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